jueves, 11 de septiembre de 2008

TAKE FIVE




Hoy escuché después de mucho tiempo de no hacerlo, el tema “Take five” de Dave Brubeck Quartet, y fue como acudir a ese viejo cajón donde se guardan cartas, fotos, detalles de algún día o algún suceso, partes de aquello que fuimos en algún momento y no queremos que se nos olvide. Así sucedió hoy en la noche. Fue el primer tema que puse en el programa de radio y entonces esa pequeña puerta que solo necesita de un empujón se abrió.
Sensaciones vivas en el pensamiento, sin nombres, recuerdos escondidos en algún lugar pequeño que aparecen con el viento de un saxofón tocando en 5/4. Es increíble todo lo que puede quedar de uno guardado en una canción.

“Te mamaste con esa rola, esta chingona, deja voy a darme un gallo” me dice Hugo en un mensaje. Entonces pienso: Esto es cool jazz. Y no se porqué pero cuando uno escucha “Take five” se siente cool, ni siquiera se exactamente que quiero decir con “cool” pero sé que al escucharlo algo se mueve, y si hay movimiento sea cual sea…uno se siente vivo.

¿Cómo explicarlo? Aparece Joe Morello andando con garbo, cinco pasos y sus tambores marcan el ritmo de la conversación como diciendo: aquí hablaremos sin tapujos.
Cuando Morello a tomado su lugar, llega Brubeck a la cita, toca su piano con esa frase que nunca podremos sacar de nuestras cabezas; Un acorde que anuncia su llegada acompañado por el respaldo de un Eugene Wright en el contrabajo seguro en sus pasos, diciéndonos que también hay otras formas de caminar sin caer, que el tiempo no se maneja ni nos maneja, tan solo se pacta una tregua entre ambos.

“Hace poco escuche esa canción en los Simpsons” me dice Ricardo. Después de todo ya forma parte del cancionero popular desconocido por nosotros.

La cita queda completa cuando irrumpe Paul Desmond con su delicado y nostálgico sonido de sax alto. Nos lleva de un pensamiento a otro, coincidimos con el cuando nos da su opinión traducida en notas musicales, hacemos nuestra la melodía y la tomamos porque nos corresponde, porque se ha quedado con parte de nuestros sueños, esos que a nadie le contamos, la hacemos nuestra porque ahí anclaremos cuando necesitemos descansar un poco por las noches después de nadar la mitad del día en este océano de asfalto, lidiando con su marea alta y su marea baja, la hacemos nuestra porque conoce nuestros secretos.

Hoy escuché de nuevo “Take five” y el cajón se abrió.


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